19/12/09

INDOMITO




Con tu encuentro
se apagaron las noches de invierno.
Tu calor, rozando tímido
mi cuerpo,
me traslada hasta las noches estrelladas
que brotan de los candiles
de tu mirada.
Me deslizo por el tobogán de las dichas
en un ir venir sin salir de ti,
me desboco como el potrillo
por primera vez cabalgado.
Siento el fuerte abrazo
de tus muslos de amazona
sujetando mi ardoroso galope
entre los cauces húmedos
de tus ingles.





Dómame hasta caer rendido
como el polluelo recién nacido,
acurrucado entre los murmullos
insondables de tu éxtasis.
Atrapa esta rebeldía de adolescente
que has despertado en mi cuerpo.
Hazla tuya, entre enternecedores mimos
y apasionadas contracciones,
quiero marear mi inocencia
entre los espasmos profundos de tu vientre,
quiero romperme en mil pedazos,
gritar de desconsuelo
cuando mi vuelo
anide
en lo más profundo de tu sentimiento.



9/12/09

TU MAR




Tras los misteriosos secretos de tu puerto,
hoy descubierto por estos ojos inocentes
plancho mis cartas náuticas,
arranco con alimentos mi fardel,
arrío las estachas que me amarran
a los muelles del hastío
y zarpo.
Singladura solitaria
en busca de tus paraísos cálidos,
tierra húmeda y boscosa
donde se esconden voluptuosos tesoros,
isla deshabitada
que pretendo colonizar
hincando mi estandarte
en las faldas del monte
venusiano,
floreado con coros de murmullos
dulcemente expirados,
y fondearé mi nave
en la rada húmeda
del puerto de tus encantos.
Y navegaremos entre suspiros
hasta embarrancar
en las mullidas playas
que ocultan los lienzos blancos
de tu lecho.

25/11/09

AMOR - ARTE




Me gustas
por tu rebeldía,
por tu alma guerrillera,
por tus inconfesables travesuras
de niña consentida.
Me gustas
por dejar que tus alas
se oxiden de monotonías,
por pintar con manchas
inmaculados lienzos
impolutos.
Me gustas
por tu mirada
de mujer lasciva,
por tus senos turgentes
y tus ingles
desbocadas.
Me gustas
porque entre tus palabras,
tus pinturas
y tu máscara,
se cuelan retazos de tu alma;
de esa alma
que cada día
me enamora.


18/11/09

Frío de soledad




Tengo frío
mis dedos entumecidos
no alcanzan tu piel
de escarcha y rocío,
mis caricias son témpanos de hielo
donde parpadean
esas gotas heladas
que se pierden
entre las gélidas soledades
de tus sábanas.
Miro tu cuerpo desnudo,
ese cuerpo que no será mío,
esos labios que me niegan tus besos,
esos senos que no amamantaran mis desvelos,
esos glúteos, macizos que anhelo
y esas manos
que se niegan a acunarme
en tu regazo.
Sí tengo frío
un frío intenso
que llena mi cuerpo
de vacíos.

28/10/09

Apasionado

Entre los mugidos de las bestias
tus tediosos bostezos
despertaron mi letargo
y el brillo de azules soles
se instaló al verte
reflejada en mi mirada.



Hoy
tu locura exilia mi cordura
y titilo
al presentir que aún late la vida
en nuestros cuerpos autistas.
proscribimos las noches gélidas
que compartimos con difuntos.
Desempolvamos la pasiones dormidas
descalzado la ternura.
Mi aliento fresco
ciega tu tímida mirada.
Tus dedos temblorosos
resbalan por mi piel.
El encuentro soñado
de tu boca con mis labios,
el sutil cosquilleo en tu cuello
al posar mis ribetes carnosos
en lento descenso hacia tus senos.
Se erectan tus pezones
al sentir el calor de mi lengua,
mis besos, libando tus pechos,
como niño, como hombre,
Percibo tu estremecimiento
al paso lento por tu pubis
y me invitas en silencio
entreabriendo tu secreto
a embriagarme con la humedad de tu aroma,
a saciar mi sed con tu néctar
y penetro en ti con mi lengua
en un suave ir y venir
de arriba abajo,
entre espasmos de dicha,
y mudos gemidos de gozo.
Tus muslos enredados en mi cuello,
mi cabeza atrapada
entre tus ingles desbocadas,
el fuego ardiendo en mis entrañas.
Deseos irrefrenables de amazona
cabalgando sobre mi cuerpo,
mi cauce de aguas blancas
se desborda en tus entrañas,
colmándote de mí
antes de yacer rendidos
en un eterno abrazo,
meciendo nuestra dicha
entre vergüenzas tímidas
de una mujer pudorosa
amando a un hombre.
Mi locura y tu cordura,
tu júbilo y mi deleite
el amor de dos almas gemelas
al silencio condenadas.


7/9/09

PASION



Entre los mugidos de las bestias
tus tediosos bostezos
despertaron mi letargo
y el brillo de azules soles
se instaló al verte
reflejada en mi mirada.

Hoy
tu locura exilia mi cordura
y titilo
al presentir que aún late la vida
en nuestros cuerpos autistas.
Proscribimos las noches gélidas
que compartimos con difuntos.
Desempolvamos la pasiones dormidas
descalzado la ternura.
Mi aliento fresco
ciega tu tímida mirada.
Tus dedos temblorosos
resbalan por mi piel.
El encuentro soñado
de tu boca con mis labios,
el sutil cosquilleo en tu cuello
al posar mis ribetes carnosos
en lento descenso hacia tus senos.
Se erectan tus pezones
al sentir el calor de mi lengua,
mis besos, libando tus pechos,
como niño, como hombre,
Percibo tu estremecimiento
al paso lento por tu pubis
y me invitas en silencio
entreabriendo tu secreto
a embriagarme con la humedad de tu aroma,
a saciar mi sed con tu néctar
y penetro en ti con mi lengua
en un suave ir y venir
de arriba abajo,
entre espasmos de dicha,
y mudos gemidos de gozo.
Tus muslos enredados en mi cuello,
mi cabeza atrapada
entre tus ingles desbocadas,
el fuego ardiendo en mis entrañas.
Deseos irrefrenables de amazona
cabalgando sobre mi cuerpo,
mi cauce de aguas blancas
se desborda en tus entrañas,
colmándote de mí
antes de yacer rendidos
en un eterno abrazo,
meciendo nuestra dicha
entre vergüenzas tímidas
de una mujer pudorosa
amando a un hombre.
Mi locura y tu cordura,
tu júbilo y mi deleite
el amor de dos almas gemelas
al silencio condenadas.

4/7/09

Amor sin fronteras




Cuando tenía 15 años me enamoré por primera vez. Ella se llamaba Marina y era la mejor amiga de mi hermana. Iba mucho a casa. A mí me encantaba y yo a ella también. Mi hermana y mi familia nos cargaban mucho, porque se daban cuenta, pero éramos chicos, ella también tenía 15 años.

Recuerdo que iba a esperarla a la escuela y la acompañaba, en silencio, hasta llegar a su casa. Un día me animé y le pedí que fuera mi novia. A ella le encantó escucharlo, pero estaba súper nerviosa, las manos le transpiraban y tenía la cara ardiendo de la emoción y la vergüenza. No sabía qué hacer, ni como actuar, me gustaba tanto… Sólo agaché la cabeza y seguí caminando. Ella iba a mi lado, en silencio, hasta que le dije “decime, por favor, ¿querés ser mi novia?”. Me dijo que sí, y fui el chico más feliz del universo. Era algo lindo pero raro ya que éramos chicos.

Nos seguimos viendo cuando ella iba a casa, de a poco tomamos confianza pero no había momentos para estar solos. Una noche, mis papás salieron y yo me quedé en casa. Ella fue, me dio miedo o vergüenza dejarla pasar, charlamos afuera y le pedí un beso. Me dio un beso en la mejilla y le dije: “No, así no". Me dio algo en el estómago. Era raro, sentía ganas de reírme y de llorar a la vez, y, solo, llegué a la conclusión de que estaba súper enamorado. Le di un beso rápido y entré a mi casa, feliz. Me sentía raro, sentía que la amaba, sentía que tenía alas, me sentía… inmensamente feliz.
Y ella entró detrás mío, sintiendo mis alas, queriendo volar conmigo.
Y fue nuestra primera vez, la primera de muchas que vendrían.

Hacer el amor con Marina era sublime, porque no habían deseos solamente, sino amor, ese puro y mágico que jamás volví a sentir.
Inexpertos los dos, llevándonos por el instinto, el deseo, la pasión. Lo que habíamos leído, visto o escuchado sobre el sexo, fueron nuestros guías.

Un día, a dos años de nuestro noviazgo, ella invitó a mi hermana a ir de compras con su mamá. Mi hermana se levantó temprano y se fueron. Ese día fue un amigo a casa, le conté de mi “novia” y le dije que se quedara hasta que volvieran ella y mi hermana, para que la conociera. Las horas pasaban y no llegaban, era raro. Mis papás empezaron a preocuparse, pero confiaron en que todo estuviera bien.

Se hizo de noche y mi amigo tenía que irse. Vivía cerca, así que lo acompañé hasta la esquina. Cuando íbamos caminando para la esquina, un móvil policial pasó despacio por nuestro lado y nos miraban. No le dimos mayor importancia. Llegamos a la esquina y lo despedí y volví. Cuando volvía, la policía salía de mi casa. Apuré el paso y, al llegar, encontré a mamá llorando. Le pregunté qué pasaba. No podía hablarme, me desesperé. Me dijo que mi novia estaba muerta, que accidentalmente la atropelló un auto.
No podía creerlo. Un dolor inmenso, mezclado con confusión, miedo y bronca se apoderaron de mí. Grité mucho, mi mamá me abrazó fuerte, pregunté por mi hermana y me dijo que ella estaba bien, pero no quería creerlo, no quería creer que mi amor estaba muerta. Preferí creer que era una confusión.

Decidí esperar a mi hermana y cuando la vi llegar, desencajada, triste, y destrozada, corrí hacia ella y le pregunte… “¿Marina está muerta? ¿es verdad que está muerta?”. Me dijo que sí y entró a la casa. Me quedé sin palabras, me sentía vacío, corrí a buscar un cuchillo e intenté clavarlo en mi estómago, pero no pude, o no quise o, quizá, no tuve el valor de hacerlo.

Hace 16 años de todo aquello, pero, nunca, jamás, logré olvidar a Mi Amor, a mi primer amor. Siempre la recuerdo con mucho amor y dulzura y pensando en lo buena y humilde que era, como persona, un ser extraordinario por dentro y por fuera. Un ser al que nunca voy a lograr olvidar. Mi vida pasó muy rápido. Tuve otras relaciones, me enamoré, lloré, amé… tuve una hija hermosa que tiene 4 años y que es lo mejor que tengo. Pero Mi Amor, siempre será Marina, mi primer, dulce y gran amor, que me dejó con tan solo 17 años. Mi vida va a seguir andando y yo voy a seguir viviendo cosas nuevas, pero algún día, cuando Dios lo decida, volveremos a juntarnos para poder vivir nuestro amor más allá de la muerte.
Esa asignatura pendiente que nos quedó a los dos.
 
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