4/7/09

Amor sin fronteras




Cuando tenía 15 años me enamoré por primera vez. Ella se llamaba Marina y era la mejor amiga de mi hermana. Iba mucho a casa. A mí me encantaba y yo a ella también. Mi hermana y mi familia nos cargaban mucho, porque se daban cuenta, pero éramos chicos, ella también tenía 15 años.

Recuerdo que iba a esperarla a la escuela y la acompañaba, en silencio, hasta llegar a su casa. Un día me animé y le pedí que fuera mi novia. A ella le encantó escucharlo, pero estaba súper nerviosa, las manos le transpiraban y tenía la cara ardiendo de la emoción y la vergüenza. No sabía qué hacer, ni como actuar, me gustaba tanto… Sólo agaché la cabeza y seguí caminando. Ella iba a mi lado, en silencio, hasta que le dije “decime, por favor, ¿querés ser mi novia?”. Me dijo que sí, y fui el chico más feliz del universo. Era algo lindo pero raro ya que éramos chicos.

Nos seguimos viendo cuando ella iba a casa, de a poco tomamos confianza pero no había momentos para estar solos. Una noche, mis papás salieron y yo me quedé en casa. Ella fue, me dio miedo o vergüenza dejarla pasar, charlamos afuera y le pedí un beso. Me dio un beso en la mejilla y le dije: “No, así no". Me dio algo en el estómago. Era raro, sentía ganas de reírme y de llorar a la vez, y, solo, llegué a la conclusión de que estaba súper enamorado. Le di un beso rápido y entré a mi casa, feliz. Me sentía raro, sentía que la amaba, sentía que tenía alas, me sentía… inmensamente feliz.
Y ella entró detrás mío, sintiendo mis alas, queriendo volar conmigo.
Y fue nuestra primera vez, la primera de muchas que vendrían.

Hacer el amor con Marina era sublime, porque no habían deseos solamente, sino amor, ese puro y mágico que jamás volví a sentir.
Inexpertos los dos, llevándonos por el instinto, el deseo, la pasión. Lo que habíamos leído, visto o escuchado sobre el sexo, fueron nuestros guías.

Un día, a dos años de nuestro noviazgo, ella invitó a mi hermana a ir de compras con su mamá. Mi hermana se levantó temprano y se fueron. Ese día fue un amigo a casa, le conté de mi “novia” y le dije que se quedara hasta que volvieran ella y mi hermana, para que la conociera. Las horas pasaban y no llegaban, era raro. Mis papás empezaron a preocuparse, pero confiaron en que todo estuviera bien.

Se hizo de noche y mi amigo tenía que irse. Vivía cerca, así que lo acompañé hasta la esquina. Cuando íbamos caminando para la esquina, un móvil policial pasó despacio por nuestro lado y nos miraban. No le dimos mayor importancia. Llegamos a la esquina y lo despedí y volví. Cuando volvía, la policía salía de mi casa. Apuré el paso y, al llegar, encontré a mamá llorando. Le pregunté qué pasaba. No podía hablarme, me desesperé. Me dijo que mi novia estaba muerta, que accidentalmente la atropelló un auto.
No podía creerlo. Un dolor inmenso, mezclado con confusión, miedo y bronca se apoderaron de mí. Grité mucho, mi mamá me abrazó fuerte, pregunté por mi hermana y me dijo que ella estaba bien, pero no quería creerlo, no quería creer que mi amor estaba muerta. Preferí creer que era una confusión.

Decidí esperar a mi hermana y cuando la vi llegar, desencajada, triste, y destrozada, corrí hacia ella y le pregunte… “¿Marina está muerta? ¿es verdad que está muerta?”. Me dijo que sí y entró a la casa. Me quedé sin palabras, me sentía vacío, corrí a buscar un cuchillo e intenté clavarlo en mi estómago, pero no pude, o no quise o, quizá, no tuve el valor de hacerlo.

Hace 16 años de todo aquello, pero, nunca, jamás, logré olvidar a Mi Amor, a mi primer amor. Siempre la recuerdo con mucho amor y dulzura y pensando en lo buena y humilde que era, como persona, un ser extraordinario por dentro y por fuera. Un ser al que nunca voy a lograr olvidar. Mi vida pasó muy rápido. Tuve otras relaciones, me enamoré, lloré, amé… tuve una hija hermosa que tiene 4 años y que es lo mejor que tengo. Pero Mi Amor, siempre será Marina, mi primer, dulce y gran amor, que me dejó con tan solo 17 años. Mi vida va a seguir andando y yo voy a seguir viviendo cosas nuevas, pero algún día, cuando Dios lo decida, volveremos a juntarnos para poder vivir nuestro amor más allá de la muerte.
Esa asignatura pendiente que nos quedó a los dos.
 
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